¿Cómo fueron los inicios en tu carrera musical?
Mi carrera musical comenzó a los ocho años de edad en Sevilla, y la verdad es que fue un poco casualidad. Como la mayoría de los niños, yo iba a clases de fútbol y karate, y aparte de eso, solo estaba pensando en jugar e ir al colegio. Entonces, un día, mientras estábamos con otros amigos, nuestros padres dijeron: ‘¿Queréis ir al conservatorio?’ Y nosotros, inocentes, dijimos: ‘Bueno, vale’, y a partir de ahí, todo comenzó.
¿Qué te motivó a dedicarte a la música y, en particular, a tocar la flauta?
En realidad, mi dedicación a la flauta y a la música se debe a mis padres y a los profesores que he tenido. Hasta los 17 o 18 años, estaba un poco en mi mundo; iba al instituto porque debía hacerlo y no porque fuese de mi total agrado. Sin embargo, mis padres siempre me apoyaron y me insistieron en que estudiara y asistieraal conservatorio. Además de ello, tuve profesores particulares que me respaldaron y me hicieron darme cuenta de que tenía habilidades, que podía tener éxito. En realidad, no sabía a qué quería dedicarme, me gustaban las matemáticas, la astronomía y la física, pero finalmente, gracias a otros profesores particulares que también me motivaron, empecé a escuchar mucha música a partir de los 17 o 18 años. En ese momento, lo tenía muy claro en mi cabeza: quería ser músico, y me dediqué al 100 % a ello.
Cuéntanos sobre tu experiencia en la Academia de Estudios Orquestales de la Fundación Barenboim-Said y en la Verbier Festival Junior Orchestra. ¿Cómo influyeron en tu desarrollo como músico?
La experiencia en la academia de Barenboim-Said en Andalucía fue una de esas ocasiones a las que me refería en la pregunta anterior, donde mencionaba que, gracias a estas oportunidades, llegué a darme cuenta de que podía irme bien. Presenté una audición, aunque no recuerdo si fue a los 14 o 15 años. Estaba compitiendo con personas mayores de 18 años que estaban en su programa de licenciatura o maestría. Sorprendentemente, obtuve el puesto y tuve clases con el solista de la Staatskapelle de Berlín, Thomás Beyer. Fue en este momento cuando comencé a darme cuenta de que realmente podía tener éxito. El festival Verbier, al que asistí dos veces, fue como una confirmación de esto. Fue la primera vez que se organizó una orquesta júnior del festival. Pasamos un mes en Suiza en verano, interpretando música de diferentes estilos para luego presentar una audición por vídeo. Trabajamos con profesores muy talentosos, como Daniel Harding, y asistimos a los conciertos de músicos increíbles, como Kissing. Conocí a muchas personas que estaban en situaciones similares a la mía, viajando por primera vez fuera de su país haciendo música. Esto abrió un mundo nuevo para mí y me dije: ‘Estoy en otro país por méritos propios’. Esto me ayudó mucho a avanzar en mi desarrollo musical y también a madurar como persona.
¿Cómo fue tu tiempo en la Academia Karajan de la Orquesta Filarmónica de Berlín? ¿Qué aprendizajes destacarías de esa experiencia?
La experiencia en la Academia Karajan de la Filarmónica de Berlín fue verdaderamente un sueño hecho realidad. La primera vez que audicioné, lo hice a los 18-19 años, y no pasé la primera ronda, fue mi primera audición y no estaba preparado. Cuando finalmente ingresé, fue una agradable sorpresa, pues bien si me sentía más preparado y con un poco más de experiencia, nunca pensé que me seleccionarían a mí. La realidad es que, mientras estás allí, te sumerges en otra atmósfera. Estás rodeado de músicos a quienes has visto en la televisión, cuyos discos has escuchado y que te han inspirado a estudiar música desde que eras pequeño. Al principio, te acostumbras gradualmente a la situación, pero es imposible no sorprenderte y pensar: “¡Qué oportunidad!
Tocar con músicos de tu misma edad, jóvenes que también están en el proceso de ingresar en la orquesta, y luego tocar con la Filarmónica de Berlín; claro, esa es la oportunidad más grandiosa. Aprender de los mejores, como Emmanuel Pahud, Mathieu Dufour, Jelka Weber, Egor Egorkin y Michael Hasel, es realmente una oportunidad increíble. Pero una vez que terminan esos dos años, vuelves a la realidad y ¡zas! Estás de vuelta en la vida real. Porque en la academia lo tienes todo y se te abren las puertas a todo, de verdad. Gracias a esa experiencia, he tenido la oportunidad de participar en audiciones y he sido invitado a numerosos conciertos, tocar música de cámara y participar en festivales. En resumen, es la oportunidad más grande que existe.
Los concursos internacionales son, sin duda alguna, una parte importante de tu carrera musical. ¿Cuál consideras que ha sido tu logro más significativo hasta ahora?
Participar en diferentes concursos, ya sea ganando o perdiendo, ha sido fundamental para mi crecimiento como músico. Cada concurso me ha brindado experiencias valiosas, y aunque algunos pueden ser tristes o decepcionantes, siempre dejan huella y lecciones que llevamos con nosotros. Más que los premios en sí, los concursos me han ayudado a ser el músico que soy hoy y me han permitido presentarme a audiciones y concursos posteriores mucho mejor preparado. Por supuesto, cada concurso es importante, pero si tuviera que destacar un logro especialmente significativo, sería el haber ingresado a la Academia Karajan de la Filarmónica de Berlín. Esto marcó un paso importante en mi carrera, ya que me permitió tocar con la Filarmónica de Berlín, incluso como academista. Actualmente, me desempeño como flauta solista en la Staatskapelle de Weimar, y considero que este es, hasta el momento, el logro más significativo de mi carrera, especialmente porque ha sido el resultado de la constancia de mi trabajo durante toda mi vida.
Has tenido la oportunidad de tocar con orquestas reconocidas y directores destacados. ¿Podrías compartir alguna anécdota memorable de alguna de estas experiencias?
Sin duda, tengo muchas anécdotas memorables de mis experiencias tocando con orquestas reconocidas y directores destacados. Una de las que destaco ocurrió cuando tenía alrededor de 21 años. Tuve la oportunidad de tocar con una orquesta de cámara en Japón, la Mito Chamber Orchestra, bajo la dirección del renombrado director Seiji Ozawa. Ozawa es uno de los directores que más me ha inspirado en mi carrera. El concierto en sí fue una experiencia increíble. Tocar con músicos tan talentosos, incluido Radek Baborak y la renombrada pianista Martha Argerich, fue un honor. La música era simplemente espectacular. Lo que hizo esta experiencia aún más inolvidable fue el contexto en el que se llevó a cabo. Estábamos en Japón, y el concierto que estábamos preparando tenía un significado especial, ya que marcaba el traspaso del antiguo emperador al nuevo emperador en Japón. Había una gran cantidad de seguridad en el lugar, y en la sala de calentamiento, estuvimos atrapados durante unos 30 o 40 minutos porque se esperaba que pasara el emperador y no se le podía ver. Tocar en un evento tan importante para el país, junto a Seiji Ozawa yMartha Argerich, y en medio de esta atmósfera tan especial, fue una experiencia que nunca olvidaré.
¿Cómo te preparas para tus diferentes compromisos musicales? ¿Tienes algún ritual o enfoque específico?
Pues depende de lo que esté preparando, ya sea un concierto, un curso o una audición, me preparo de manera diferente, pero con enfoques similares. En resumen, siempre sigo un proceso parecido, aunque, por supuesto, no estudio de la misma manera los extractos de orquesta que duran 20 o 30 segundos en comparación con un concierto solista que dura 20 minutos.
Todos los días, dedico unos 15 o 20 minutos a mi calentamiento básico, que incluye escalas y arpegios. Evito extenderlo demasiado para no aburrirme, pues disfruto más tocando las obras. Sin embargo, mi preparación más detallada, especialmente cuando se trata de concursos y obras nuevas, comienza desde el final y avanza hacia el principio. Si, por ejemplo, la obra tiene cuatro páginas, empiezo con la última página a un tempo de 60. Cuando logro ejecutarla a la perfección, con todos los enlaces entre notas en su lugar y, por supuesto, añadiendo la expresión musical, aumento el tempo a 65, 70, 75 y así sucesivamente, página por página. Una vez que domino una página, avanzo a la anterior y continúo hasta llegar al principio. Esto me permite tener un control muy preciso y asegurarme de que nada se me escape. Por supuesto, siendo humanos, a veces ocurren errores, pero trato de tener la obra tan bien asimilada en mi mente que puedo tocarla nota por nota.
Además, realizo muchas repeticiones de la obra completa, desde el principio hasta el final, ya que estamos acostumbrados a trabajar los pasajes problemáticos, pero a veces descuidamos la ejecución de la obra en su totalidad. Esto puede resultar agotador, ya que no es posible mantener la misma precisión en cada nota, pero es precisamente en estos momentos donde los errores suelen aflorar. Luego, trabajo para corregir esos errores que se hacen evidentes durante estas ejecuciones completas.
¿Cuáles han sido los principales retos que has enfrentado como flautista y qué estrategias has utilizado para superarlos?
Creo que ser músico es un reto en sí mismo porque no es fácil. Somos muchos músicos y hay pocas oportunidades en comparación con la cantidad de personas que se dedican a la música. En realidad, considero que la paciencia es la cualidad más importante de un músico, porque competimos constantemente por puestos de trabajo o en concursos para destacar por encima del resto. La realidad es que, en el 99 % de los casos, no se gana, por lo que es fundamental tener la paciencia de aceptar los fracasos, levantarse y seguir adelante. Esto es algo que enfrentamos día a día, incluso después de los conciertos en los que sentimos que no hemos tocado tan bien como esperábamos y nos sentimos abrumados por el perfeccionismo o el deseo de hacer las cosas de la mejor manera. A pesar de ser un trabajo duro, es un campo hermoso si logras superar estos desafíos.
El mayor desafío que he enfrentado es levantarme al día siguiente después de un mal resultado. A pesar de que puede resultar triste o desalentador, todas estas experiencias nos aportan lecciones valiosas. En mi opinión, el mayor logro y mérito de un músico radica en su paciencia para perseverar a pesar de los obstáculos.
Además de tu carrera como solista, también has participado en Master classes con renombrados flautistas. ¿Cuál ha sido la lección más valiosa que has aprendido de ellos?
Las Master classes, en general, son muy valiosas, y lo importante es asistir a todas las que puedas. Afortunadamente, mis padres siempre me han brindado su apoyo, y mis profesores me han alentado a participar en cursos, Master classes y concursos, sin importar quiénes fueran los instructores. He tenido la oportunidad de recibir clases de flautistas muy importantes y reconocidos, y todas estas experiencias me han aportado lecciones importantes.
Cada Master class me ha enseñado algo, ya sea que una técnica o enfoque específico funcione o no para mí. Si una técnica no me funciona, al menos he aprendido que no es adecuada para mí, lo que también es valioso. Si no hubiera asistido a esas Master classes, no habría adquirido esa comprensión. Creo que la lección más valiosa que he aprendido es la importancia de escuchar a todos los maestros, sin importar si su crítica es positiva o no. Esto me ha permitido forjar mi propia perspectiva sobre la música y mi enfoque de trabajo.
¿Cuáles son tus metas y proyectos futuros como músico? ¿Hay algún sueño específico que te gustaría alcanzar en tu carrera?
La verdad es que tengo mucha suerte porque a mi edad he logrado la mayoría de las metas que me he propuesto. Ya sea como músico invitado o como academista, he tenido la oportunidad de tocar en la Filarmónica de Berlín, una experiencia increíble. Trabajo actualmente en una prestigiosa orquesta, algo que he deseado por mucho tiempo y fruto de todo mi trabajo y esfuerzo.
Creo que mi objetivo principal es seguir compitiendo, mejorando y, si en algún momento decido audicionar para otra orquesta, lo haré. Mi sueño es poder dedicarme por completo a la música al más alto nivel, para disfrutarla y permitir que otros la disfruten también. También tengo la intención de seguir enseñando y dando Master classes. Comencé hace poco en un conservatorio superior en España y aquí en Alemania. Además, me encanta viajar, y que mi trabajo me brinde la oportunidad de viajar a otros países, ciudades y lugares es un sueño. En la música, no hay límites.